min 1991, rodada en los premios Oscar, Madonna posa, con la mirada decidida y las manos en las caderas, en la portada de salón de tocador. Si su postura tomó prestado del repertorio masculino -categoría cowboy- su vestimenta juega con los códigos de la hiperfeminidad. Esta espectacular funda cubierta de lentejuelas que combina a la perfección con su forma es obra de Bob Mackie, apodado el «sultán de las lentejuelas», que firma aquí un homenaje a un mítico conjunto en el que él mismo participó: el que lució en 1962 hasta Marilyn Monroe por el » feliz cumpleaños » cantada a John Fitzgerald Kennedy. Y puesta de nuevo en junio de 2022 en la gala del Metropolitan Museum of Art, de Nueva York, por otro icono de los tiempos modernos: Kim Kardashian.

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Convocando tanto a Liz Taylor en cleopatra Ya sea Liberace en su piano o Diana Ross y las Supremes, la lentejuela es mucho más que una pequeña pieza de plástico. También es un fetiche que lleva dentro una imaginación tan brillante como poderosa. en el XXmi siglo, fue el descubrimiento de la tumba de Tutankamón, y las telas adornadas con monedas de oro que lo acompañaron en la muerte, lo que dio un nuevo impulso a este pequeño disco brillante. Para el común de los mortales, está hecho de gelatina y, como tal, es muy sensible al agua o al calor.

Hecho de envoltura para la envoltura.

Su versión moderna (que se perfeccionará más adelante) se la debemos a un estadounidense, Herbert Lieberman, que tuvo la idea de trabajar con Kodak y tomar prestada su película de acetato de película. Lógica: la lentejuela está íntimamente ligada a la imagen y al espectáculo, alimentándose de la voracidad de los cuerpos de las mujeres. Por Marlene Dietrich en venus rubia a Marilyn Monroe en Las reinas del music hall a través de Jessica Rabbit en ¿Quién mató a Roger Rabbit? este bordado de luz adorna las curvas femeninas con un halo chispeante que amplifica y materializa su atractivo sexual.

Pero la lentejuela tiene esta particularidad de que nunca brilla tanto como en exceso, jugando maliciosamente con su teatralidad y su lado artificial. En 2019, el New York Met (nuevamente) ofreció «Camp: Notes on Fashion», una exposición sobre el acampar, concepto procedente de la cultura queer que escapa a definiciones estrictas pero que designa tanto una forma de ver el mundo como una forma de ser y de la que podríamos citar como características el humor, la proxenetismo, la exageración y la excentricidad. Hubo una creación toda en lentejuelas de Bob Mackie para Cher, diva cuyos looks más emblemáticos firmó, muchas veces a medio camino entre el mundo del striptease y el del patinaje artístico.

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Entre estos conjuntos, el llamado vestido “Dancing Flame”, confeccionado con lentejuelas rojas y/o llegando a abrazar el cuerpo de quien lo lleva, modelo luego tomado prestado por Tina Turner, Beyoncé o RuPaul, la madre de todas las drag-cathode queens. En 2019, Andrew Bolton, curador jefe del departamento de moda del museo estadounidense, insistió en los vínculos inseparables entre la moda y las cuestiones de identidad, señalando de paso que la acampar floreció donde dominaba la derecha conservadora. Al margen, la lentejuela también nos recuerda que si las luciérnagas casi han desaparecido, todavía quedan algunas criaturas que brillan en la noche.

Top bordado de tul Illusione con lentejuelas en poliamida, y pantalón vaquero, Valentino, 4.500€.
Top sin mangas con lentejuelas, Egonlab, 406€.  Estudios Jean acné.
Enagua de tul de seda y lentejuelas de poliéster, Fendi, 2.300 €.  Top y Falda Fendi.
Vestido midi Celestia con lentejuelas de nailon degradadas, Jonathan Simkhai, 1.570 €.  chaqueta Levi's.
Pantalón de lentejuelas espiga, poliéster, Pinko, 365€.  Dispara a Carhartt WIP.