El saxofonista soprano, clarinetista y compositor, Olivier Franc, nacido en París en 1953, un músico tanto más notable como discreto, presenta su quinteto, «Homenaje a Sidney Bechet», en el Bal Blomet, el miércoles 25 de enero.
Al piano, su hijo, Jean-Baptiste Franc, de renombre internacional, recientemente solista en el mismo escenario (23 de septiembre de 2022), en un brillante programa concedido a Erroll Garner; al trombón, Benoît de Flamesnil; contrabajo, Gilles Chevaucherie, y, por último, pero no menos importante, Daniel Bechet, hijo de, a la batería. El mejor grupo actual del estilo New Orleans.
Si queréis haceros una idea de la sinceridad de Olivier Franc, de la lealtad de su expresión, un simple clic dará vida a su fabulosa interpretación de Hora de verano en la fiesta de Marciac. Fue en 2009, por invitación del príncipe del lugar, Wynton Marsalis.
Ya sea en el rock, el pop o el jazz, los «homenaje a» se han convertido en un lugar común. Un homenaje especialmente justificado en el caso de Olivier Franc y Daniel Bechet. Premio Sidney Bechet de la Academia de Jazz (1979), Olivier Franc tiene algo a lo que aferrarse. Su padre, René Franc (1929-2002), estaba en la orquesta de Sidney Bechet, Salle Pleyel, en mayo de 1949.
relámpagos
Además de su fidelidad al espíritu de generosidad y ternura del poeta del vibrato, capaz de idénticos destellos repentinos traducidos en dulce melancolía, de una confusa precisión en los agudos, no tan frecuente en la soprano, Olivier Franc toca uno de los saxofones de Sidney Bechet, el Buescher que había comprado en la década de 1950.
Como todas las historias de instrumentos, esta es bonita: “Bechet había comprado un primer Buescher de los años 20, un saxofón que un coleccionista suizo había adquirido en la subasta autorizada por Daniel Bechet en 2005. Este coleccionista me ofreció entonces el que yo toco”, dice el músico. Y para especificar: “El sonido de Bechet proviene del hecho de que utilizó boquillas con cámaras muy grandes, correspondientes a su saxo. Con un saxo moderno y una boquilla moderna, es imposible acercarse a este sonido. Personalmente, uso una boquilla Otto Link 6 con cámara ancha…”
Templo de la música negra creado por artistas y poetas –desde los surrealistas en su totalidad (excepto André Breton) hasta Ernest Hemingway o Francis Scott Fitzgerald–, vecino del estudio de André Masson (45, rue Blomet), el Bal Blomet (en 33), más tarde rebautizado como Bal nègre, fue escenario de los antillanos y de los primeros músicos de jazz, a partir de los locos años veinte: Josephine Baker, por supuesto, y Sidney Bechet, todo el tiempo. Cerrado por los nazis, nunca recuperó su brillo después de la guerra. Jazz había zarpado hacia Saint-Germain-des-Prés.
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