IEl regreso de la guerra a nuestro continente da prioridad a las políticas militares. En todas partes, los presupuestos de defensa van en aumento. El gasto militar de los 27 Estados miembros de la Unión Europea (UE) alcanzó así los 250.000 millones de euros en 2022, superando en términos reales los picos observados al final de la Guerra Fría. En Francia, los créditos de la próxima ley de programación militar 2024-2030 aumentan a 413 mil millones de euros, o en promedio 10 mil millones más por año. Al apoyar el esfuerzo bélico de Ucrania, la UE finalmente ha adquirido una dimensión militar. Gracias a la movilización de fondos del Fondo Europeo para la Paz y los instrumentos para fortalecer la industria de defensa europea a través de adquisiciones conjuntas y el Fondo Europeo de Defensa (FED), fue posible financiar la entrega de ‘Armas a Ucrania y contribuir a la reposición de las existencias militares de los Estados de la Unión.
Sin embargo, esta reactividad se traduce más en una fiebre preocupada que en elecciones bien meditadas. La prioridad mostrada a favor de la defensa en realidad enmascara la falta de definición colectiva de prioridades. Todos actúan ahora más que nunca en orden disperso, sin consulta previa ni orientación conjunta en materia de armamentos. Los polacos compran cientos de tanques usados de Corea y Estados Unidos; los alemanes planean un escudo antimisiles, el European Skyshield, basado en Patriot PAC-3 y Arrow 3 desarrollados por Estados Unidos e Israel; los franceses están tratando de salvar el programa Future Air Combat System (SCAF), del que depende el futuro de la aeronáutica militar europea, contra Lockheed Martin.
A pesar del gasto militar general superior al de China, los europeos (incluido el Reino Unido) planean modificar dos objetivos, uno militar y otro industrial. En ausencia de una programación coordinada, es de hecho imposible racionalizar la dispar panoplia militar europea. Sin programas estructurantes comunes, el futuro de la industria de defensa europea está todo menos asegurado. Por tanto, podemos temer un gran despilfarro de dinero, empezando por el aumento de costes que generan las compras en almacén simultáneas y sin pedidos agrupados.
Defensa común frustrada
A pesar de un análisis de amenazas ampliamente compartido, a juzgar por los documentos de antecedentes (Concepto estratégico de la OTAN nosotros” brújula europea ), las opciones que rigen las políticas de defensa de los estados europeos son muy divergentes. Este es particularmente el caso de las principales potencias militares. En la misma situación, pero sin dejar de andar solos, Reino Unido y Francia están desgarrados por demasiadas pretensiones. el proyecto de “Regresa al este de Suez” exhibido en elRevisión integrada Por lo tanto, Gran Bretaña parece carecer de credibilidad, mientras que las ambiciones militares francesas en el Indo-Pacífico siguen estando mal encarnadas. El Skyshield europeo alemán plantea un doble problema de articulación con las defensas antimisiles de la OTAN y la disuasión nuclear británica y francesa en plena renovación. Polonia, con su ejército de guardia mirando hacia el este, parece dar la espalda a todas las demás preocupaciones.
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